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Gilgamesh

Toro del Cielo

Toro del Cielo

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El «Toro del Cielo» conocido también como «Toro Celeste», sale junto a Inanna (Isthar) en una de las tablillas del Poema de Gilgamesh. Esta tablilla es la que en peor estado de conservación se encuentra. Es una influencia directa en la versión estándar, concretamente en la tablilla VI. El poema empieza cuando Gilgamesh dialoga con su madre Ninsun, quien le dice que baje al río con una guadaña y corte algunas plantas y se lave.

Desconocemos el propósito exacto de estas órdenes, aunque puede que se trate de parte de un ritual. Gilgamesh obedece, y cuando se está lavando, Inanna, la principal deidad de Uruk, se excita sexualmente al verlo. Inanna le propone al héroe que sea su consorte, pero la madre de Gilgamesh le persuade para que no acceda a ello. No sabemos cuál es la respuesta del propio Gilgamesh, pero lo que ocurre a continuación nos indica qué podría haber ocurrido: es probable que escuchara a todos los anteriores amantes de Inanna y decidiera rechazarla.

En los cielos, Inanna llora y le ruega a su hermano An (aunque hay que decir que en realidad el parentesco es otro) que le entregue el Toro del Cielo. An le recuerda que el Toro se alimenta de estrellas y que la tierra no bastaría para saciarlo. Inanna amenaza con gritar, lo cual acaba haciendo. An, incapaz de soportar los gritos, accede a sus peticiones y le entrega el Toro. Inanna procede a descender al Toro a la tierra con su cuerda. Al ver la lozanía de la tierra, el Toro se bebe de inmediato toda el agua, desatando el pánico.

Lugalgabangal, el juglar de Gilgamesh, encuentra a su rey bebiendo y divirtiéndose en una taberna y corre hacia él. Al enterarse de lo que ha hecho Inanna, Gilgamesh no se amilana. Prepara sus armas y le dice a su madre, así como a su hermana pequeña Peshtur, que se refugien en el templo. Promete derrotar al Toro, arrojar su cuerpo a las calles más estrechas, sus intestinos a las más anchas. Promete darles la carne a los pobres y usar sus cuernos como frascos de aceite en el templo de Eanna, en honor a Inanna.

En una de las versiones del poema, Gilgamesh le repite esta misma amenaza directamente al Toro, tras lo cual él y Enkidu le dan muerte. Gilgamesh le corta un muslo y se lo arroja a Inanna, quien mientras tanto ha estado llorando en lo alto de las murallas de la ciudad. Inanna cae y la muralla se estremece. Entre lágrimas, Gilgamesh se asegura de que Inanna se dé cuenta de que habría acabado igual que el Toro si así lo hubiese deseado el rey. La carne y los huesos del Toro acaban divididos tal y como Gilgamesh había predicho.

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